365 Pehuajó

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Recuerdos orgullosos en la génesis del “Pago Hernandiano”

Tata escribió “guardo un delicioso recuerdo de ese viaje realizado en mi adolescencia…” Uno de los motivos por el cual le quedaron tan gratos recuerdos es que para 1934 iba a ser uno de los últimos pasajeros del trayecto Pehuajó – Henderson en una galera tirada por caballos, quien fuera propiedad de Don Gerónimo Descalzo.

El terreno era un poco diferente a cómo se nos presenta hoy este trayecto en ruta. Había aún médanos, lagunas y pajonales. Para mí abuelo viajar en galera era como estar sentado en una butaca del “Cine bar Zanni”, de Don Antonio Zurro, ubicado en la esquina oeste de (en la actualidad las calles) Alfonsín y Artigas, mirando alguna vieja película del lejano oeste estadounidense. Como dato de color, calles que fueron nombradas con diferentes nombres, en el transcurso de sus historias: Alfonsín, Mitre, Fray Cayetano Rodríguez y Artigas, Luca,

Un nombre que supo de este servicio de galeras fue el de Don Aurelio García. Un español que, habiéndose radicado en Pehuajó junto a su familia, fue alumno de la Escuela N°1 de varones, ubicada en la esquina de Alsina (antes Mármol) y José Hernández (nombre sugerencia de Don Esteban Fuentes para cuando se estaba por publicar “Pehuajó, Nomenclatura de las calles” por Rafael Hernández. Esquina que luego fue el sitio ocupado por la cerealera de Don Hugo Balbi.

El padre de Aurelio había comprado una parcela en Alem 450, en dónde edificó su vivienda familiar. Terreno cuyo fondo “pegaba” con el de la casa de mi bisabuelo Recarte, con su vivienda mirando de frente a la calle Del Campo. Las conversaciones eran como vecinos, cómo proveedores de la panadería de Don Albino Guglielmino, quien distribuía el pan en una liviana charreta con capota, tirada por un caballo, mantenido a pesebre y que tenía la particularidad de que, sin hacer uso de sus riendas, por su mansedumbre, era guiado por sus sentidos hasta cada uno de los hogares diariamente en su recorrido.

Para mí abuelo viajar en galera era como estar sentado en una butaca del “Cine bar Zanni”, de Don Antonio Zurro, ubicado en la esquina oeste de (en la actualidad las calles) Alfonsín y Artigas, mirando alguna vieja película del lejano oeste estadounidense.

La cosa es que Don Aurelio cuando tenía 12 años había ocupado el puesto de secretario de una empresa de servicio de galeras, del que cubrió el trayecto Pehuajó – estancia La Larga, en el partido de Guaminí. Y le contaba a su vecino, al padre de mi abuelo Tomás, que emprendían el viaje al amanecer desde el pueblo de Pehuajó, deteniéndose en otros parajes, cómo por citar uno, estancia “Las Taperas” de Don Belisario Arana, continuando la ruta de viaje hasta orillar el anochecer en “La Larga”; dónde descansarían un día para emprender la vuelta con el siguiente amanecer.

El padre de Aurelio había ocupado el cargo de jefe del cuerpo de Guardias Nacionales con asiento en Pehuajó. Las Guardias Nacionales fueron cuerpos civiles preparados para afrontar epidemias, revoluciones, es decir cualquier situación de riesgo. Realizaban sus entrenamientos en las calles aledañas a la plaza Dardo Rocha.

¡¡Otro puñado de semillas para saludar a este hijo Hernandiano, Pehuajo!! Jorja

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