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Entre las sombras del dolor y la vista nublada de tristeza intentaré contarles en primera persona que se siente ser músico y como es llevar la música en la sangre. El dolor y el amor a mi entender, son fibras universales que nos tocan a todos, y que, al escribir, cantar o decir nos ayuda a encontrar los caminos para sanar, curar o aliviar.

“No hay que vivir un gran dolor para generar grandes obras de arte, sino que el dolor nunca ha detenido a un verdadero artista” (anónimo)

Hace unos días falleció mi padre y siento la necesidad de escribir esta columna, para que le llegue a modo de agradecimiento por la mágica conexión que teníamos a través de la música. A lo mejor me resulte inexplicable y termine borrando de un plumazo estas líneas o queden en un boceto a la deriva. Pero voy a intentarlo.

En mi familia fueron músicos mi abuelo paterno Pedro Tomás, mi viejo Néstor Elvio y yo; tres generaciones que compartimos además del linaje, el amor por la música. También mis tíos Hugo, Raquel, Ubaldo y tantos más, que de una u otra manera están relacionados a esta expresión artística. Evidentemente es tradición y es herencia, ya está instalada y no hay mucho que analizar de porque está ahí o quien la dejó.  De solo pensar que desde el 1800 andamos los “Correas” haciendo música me detiene el pensamiento.

Sin animo a caer en frases hechas, me gusta la idea de consultar amigos/colegas músicos sobre ¿Cómo sienten la música, por donde les pasa, que significa en sus vidas?

 

Carlos Otero (41) Cantante, guitarrista nacido Carhué y reside en Pehuajó

Más allá del hecho artístico que significa hacer música como expresión/exteriorización de las emociones, en mi caso la música implica algo tan mío, tan privado y tan particular que no tiene comparación con otras cosas que considero propias pero que son materiales, inanimadas. La música la llevás adentro, no es algo que pueda quitarse o darse como un objeto. El arte en general no pertenece a nadie y está disponible para todos.

Cuando me siento a cantar o interpretar alguna obra que amo y siento, la conexión es hacia adentro, con mi necesidad de soledad, de encuentro conmigo mismo. Y a veces la felicidad es tanta que surge el deseo de compartir eso que hago. No siempre está presente el deseo de tocar para compartir con otros.

El significado de la música en mí es a veces demasiado pesado. Soy complicado en mis procesos, a veces me embarco en cosas que están muy lejos, no sé. De algo estoy seguro, la música implica una búsqueda para la cual no me va a alcanzar esta vida, “ya empecé a alimentarme más sano a ver si logro ser longevo” (risas) jajaja.

Pensar todo el día en música, escuchar las melodías o el ritmo que nos interpreta la naturaleza o analizar las canciones que pasan en la radio es algo tedioso para algunos, pero normal para un músico. Muchas veces se torna algo obsesivo: estar en una conversación casual y que una melodía o armonía nos de vueltas y vueltas en la cabeza tanto que nos complica seguir el hilo del tema.

La idea de no saber cómo expresar en palabras, o no hacerle justicia como deberíamos, a lo que nos pasa a los músicos con la música, es algo habitual.

 

 

Kevin Gómez: (27) cantante, guitarrista de Pehuajó

Es casi una pregunta existencial, por donde nos pasa la música. Principalmente la música me pasa por la emoción, desde un primer momento conecte con la música, no haciéndola sino escuchando. Claro que también por momentos pasa por el intelecto, en cuanto a su armonía o melodía y también por el cuerpo a través del ritmo.

La música para mí lo ha sido y lo es todo, ya que desde chiquito escuchaba con mucha atención, a pesar de que en mi familia no hay músicos, siempre tuve una atracción. De a poquito se fue despertando y hoy en día puedo decir que le he dedicado muchos años y pienso y siento que quiero dedicarle todo mi tiempo y mi energía en seguir conociéndola. Mi ganas están puestas en aprender y mejorar cuestiones para expresar mejor la música.

Muchas veces comparo la música con las cosas universales, ya que cuando más conoces más te das cuenta de lo grande e inmensa que es. Como si subieras a una nave espacial, salís del planeta y vez que es un poco más grande, luego del sistema solar, de la galaxia y te das cuenta que es enorme. Y así paso cuando comencé, primero hice conexión con una canción, que me llevo a otra, luego seguí experimentado buscando nuevas escalas, modos, sonoridades, géneros y siempre hay más. Cuando camino con alguna certeza al poco tiempo se rompe y se construye otra.

Me resulta difícil expresar en palabras que es la música para mí, porque lo que es en mí, es mucho más de lo que puedo expresarlo.

Alguien dijo: “La música es simple, fácil o es imposible” es un poco eso, esa especie de paradoja.

La música es expresión, pero no siempre expresar significa para o hacia otros, puede ser muy íntimo, ya que la música es sonido o sea física, es movimiento de partículas, que puede llegar primero al corazón de uno o de muchos. Y aquí se abre otro tema: ¿la música la hacemos para nosotros o para los otros? Sin ánimo de expresar una certeza, hacemos música para nosotros, que nos traspasa (nos utiliza como medio) y luego les llega a quien lo necesita.

 

 

Damián Sánchez: (30) Pianista de Pehuajó

La música en mí es un modo de vida. Tengo la suerte que me gusta, es una pasión y que me atraviesa en todos los aspectos. Es mi hobby, pero también tengo la fortuna de enseñar y trabajar con ella, lo que me llena el alma. También compartir músicas en grabaciones, shows o utilizar los sonidos como herramienta de sanación y conexión espiritual para mí y hacia el otro, me reconforta.

Sin incurrir en las definiciones o frases ya conocidas, la música es un modo de expresión que nos permite comunicar, liberar y conectar con nuestras emociones, nuestro ser. Es una herramienta de transformación social que poco a poco se va tomando cada vez más en consideración, desde su poder en la unión de las personas hasta de su importancia sanadora en los planos físicos, mentales, emocional y espiritual, sea cual fuese el modo de acción o recepción musical.

Alguna vez en una de mis clases vinieron alumnas diciendo: “Mi psicóloga me recomendó tomar clases de música, a modo de terapia”: y como chiste les respondí: “evidentemente están en el lugar equivocado, de acá no van a salir bien!”. Mientras pensaba en las horas que uno puede pasar buscando el acorde correcto, escribiendo una letra, levantándose a la madrugada a grabar la toma “perfecta” o para dejar registro de una melodía que se nos cruzó en el éter.  La música hace bien, sin lugar a dudas y es maravillosa en todo sus sentidos y espectros. Estoy convencido que todos en algún momento tenemos esa conexión que debemos aprovechar.

Dicen que escribir, como cantar o expresarse hace bien, y sin dudarlo puedo terminar la columna de esta semana agradeciendo al universo la felicidad ser parte de una familia de músicos y que me corra la música por las venas.

 

Nestor Javier Correa (@nestorjaviercorrea) es músico, docente, profesor de música, pianista, cantante profesional y productor. Actualmente Consejero Escolar. Integra la banda Buenas Noches Viena.

Nestor Correa
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