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¿Cómo es el proceso creativo en la música? (Parte II)

Esta semana nos proponemos seguir en la atrapante búsqueda de descifrar como es proceso creativo en la música, siempre conversando con algunos músicos que nos dejan sus maneras, muy personales, que no son las únicas e infalibles pero que sí marcan un camino y notarán (si leyeron la anterior columna) que existen muchas coincidencias.

 

“Yo creo mucho en eso de que aprendemos para olvidar, o sea en el sentido que la técnica debe ser algo que nuestro cuerpo debe naturalizar y fluir, como si hubiéramos venido con eso.”

Orlando Moro tiene 55 años es bajista, guitarrista nacido en Guaminí, y reside actualmente en de la ciudad de Tres Lomas. Lo caracteriza un sentido del humor muy especial que aporta en cada show. Es profesor de bajo eléctrico y en la Escuela municipal de música de Trenque Lauquen. Hace más de 20 años Forma parte del Caracotche Moro trio.

Si bien he compuesto canciones y he tenido una banda que la totalidad de las canciones eran mías, no es la composición, en lo más cómodo que me siento, ni lo que más me gusta hacer. Sí me gusta mucho arreglar canciones, re armonizar canciones, siempre con la regla de no tocar un ápice de la línea melódica de la obra musical. El arreglo de una canción o la re armonización para no decir “arreglo”, como si algo estuviera roto, consiste precisamente en no se tocar la línea melódica. Para eso hay que componer una nueva canción. Esa para mi es una regla.

Lo puedo trabajar desde varios lugares y formas: con un multipista grabando, a veces tocando la armonía con la guitarra o con el bajo. A mí me gusta mucho tocar armonía y melodía con el bajo, como si fuera una guitarra. Eso puede variar, cuál de los instrumentos uso como armónico y cual uso como melódico.

No sé de qué manera se combinan la inspiración, la técnica y el trabajo. Creo que hay que estudiar, y para nada la técnica conspira contra la espontaneidad o el fluir de un instrumentista, al contrario. Creo que la técnica está desarrollada para trabajarla mucho y que se note que no está. Yo creo mucho en eso de que aprendemos para olvidar, o sea en el sentido que la técnica debe ser algo que nuestro cuerpo debe naturalizar y fluir, como si hubiéramos venido con eso.

Creo mucho en el estudio, mucho en el trabajo y la inspiración hay momentos que estas mejor o peor. Hay veces que se te ocurre una idea y creo está bueno saber cifrado y anotarla en cualquier lado. Hoy los celulares permiten grabar y la tecnología es maravillosa para eso. Luego hacer que todo eso tenga la naturalidad que tiene pestañar, respirar o caminar.

No creo de ninguna manera que la técnica tenga que estar al servicio de mostrar cuantas notas podemos tocar y a qué velocidad, sino darnos un criterio de elección, cual es la que nota que va. Creo mucho en el diálogo, en la respiración de la música. No creo en los ejercicios de vanidad, no me parece que la música tenga que estar al servicio de un trabajo de lucimiento aeróbico.

Me ha pasado que aparezca una letra y luego le he puesto música o melodía, que ha sido por mucho tiempo un tema instrumental y un día se me ocurrió cual era letra.

Debe haber un mecanismo en la composición, pero yo no tengo. Básicamente porque me he preparado y trabajo para ser un buen instrumentista y sesionista que pueda estar a la altura en el proyecto que sea, en música centro americana, jazz, pop, bossa, balada. Me enriquece tocar todos los géneros que pueda tocar y llegar a ese proyecto que me necesita, con todas las herramientas propias del género, no ir a zafarla.

 

Orlando ha visitado casi todo el país tocando y gran parte de Latinoamérica, acompañando a artistas como María Laura Caballero y Marina Luppi. Vuelve a Lima, Perú todo lo que puede y es, como él dice, su segunda casa en el mundo.

 

“Ni todo inspiración y falta de técnica y ni todo técnica y falta de inspiración.”

Gustavo Hernández es pianista, flautista, cantante y compositor. Tiene 54 años, nacido en Buenos Aires, pero de Pehuajó por adopción. Desde el año 1984 al 2017 estuvo viviendo y trabajando en CABA, Olivos y Martínez. Estudió dirección coral, orquestal y composición en la U.C.A. y es licenciado en música. La música lo ha llevado por el mundo con varios proyectos, como el Grupo Vocal Argentino.

Particularmente, cosa que no recomiendo, compongo cuando “viene algo”, el tema de cómo viene ese algo, no te sabría decir, o si: viene de una charla, de observar una cosa, viene de pensar en alguna temática en especial. Viene, muchas veces viene. Estoy muy atento cuando vienen las “muzas” para no perderme algún mensaje que ande por ahí. Esto dentro de las cosas de, haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago, no es algo recomendable para un compositor, o sea el compositor debiera ponerse todos los días a trabajar, el famoso “nulla die sine line” (ningún día sin una línea) de Beethoven. Ese es el laburo del compositor que solo está componiendo todo el día, que está perfecto, pero no es mi caso. Me permito el lujo de lo que quiero componer, venga cuando quiere aparecer. Muchas veces trabajo “sesudamente” desde el lado técnico y a partir de una escala o un acorde viene y despierta la inspiración.

También cuando sabes que encontraste una idea original, también se lo aborda de lo técnico para corregir, laburarlo, ampliarlo, vestirlo, etc. Ni todo inspiración y falta de técnica y Ni todo técnica y falta de inspiración. Ese sería el resumen.

Yo creo que la música es algo con vida propia, que anda por dando vueltas por ahí, energéticamente, espiritualmente, artísticamente, como sea. Y que uno tiene la facultad de captar esos mensajes. Por ejemplo “Chuequecilla” (Sintiendo Amanecer – Gustavo Hernández Trio) se me ocurrió acá en la esquina de la casa que vivo (Sastre y Godoy), esperando a un amigo. ¡Hay que estar atento! Y yo que viví varias épocas, podía hacer un esfuerzo técnico de recordar lo que se me había ocurrido o como ahora con el celu que lo grabas. Muchas veces se produce como una especie de fascinación con una pequeña idea o algo que empezó a “estorbarte” en la cabeza y te da vueltas y vueltas. Aunque te pongas a hacer otra cosa, eso está ahí, y sigue armándose, por decirlo de alguna manera. Luego te sentas a escribirlo y te sorprendes que de alguna manera ya estaba hecho, lo elaboraste sin darte cuenta o lo escuchaste y lo recibiste.

“Huaynita” es la obra que más recuerdo de haberme aparecido casi completa, me senté en el piano a las 2 de la mañana y la toqué casi tal cual como está grabada.

Ante la inspiración, luego viene la parte de escarbar los bocetos y trabajarlos.

Remontándome 40 años atrás, para entregar algún trabajo de composición en la facultad, me he sentado en el piano, no pensando en que acorde poner sino a ver que me “salía de las manos”.

Yo tardé muchos años en escribir letras, porque tuve la suerte y la desgracia de meterme en el mundo del folclore con Manuel Castilla y cuando vos entendes a un poeta tan bien, lo que te pasa es que decís… que puedo escribir con lo que escribió este tipo. Por una cuestión de respeto a lo poético, que no era mi formación académica, cosa que en la música no tenía porque la música me desbordaba y me desborda.

Yendo a la parte técnica, creo mucho en que si vas a hacer una canción lo que manda es el mensaje. Lo más importante de una canción es la poesía, y no un acorde “fantástico” que quieres poner, menos aún la melodía. Porque además la poesía ya tiene música propia, si vos vas buscando como suenan las palabras ya está hecha la música, o un gran esqueleto. Yendo al grano tiene que estar la poesía y después la música.

Sin lugar a contradecirme, la obra “Sintiendo Amanecer” fue instrumental por muchos años y la tocamos en los shows con el trío mucho tiempo. Alguna vez me preguntaron ¿tiene letra? No, respondí, pero luego dije ¿Porque no? Y el proceso pasó por buscar en qué lugar de la melodía entraba correctamente acentuada las palabras sintiendo amanecer y a partir de ahí fui para atrás y para adelante. Y te puedo asegurar que la escribí en un tirón.

La palabra es la reina de todo en una canción, a la par de la danza, si es folclore, la música esta después, entonces muchas veces hay que negociar con el compositor o con uno mismo, que si hay que cambiar la melodía para que las palabras se digan bien, es un trabajo que hay que tratar de hacer.

 

Ya en final de este análisis del proceso creativo en la música, son muchas las coincidencias en estos cuatro músicos, tomados al azar, que nos dejaron sus maneras de abordar la composición. Algunas de ellas a modo de resumen: La poesía tiene música, lo más importante de una canción es el mensaje, la poesía. Las musas existen y hay que estar atento, pero siempre se requiere trabajo y técnica. La inspiración llega y/o se busca. La tecnología permite grabar esos mensajes o ideas que llegan para luego ser elaborados desde distintos lugares. La música y las canciones tienen vida propia.

Receta infalible evidentemente no hay, pero si pudimos acercarnos a las muchas e interesantes herramientas que nos dejaron estos artistas. –

 

 

 

Nestor Javier Correa (@nestorjaviercorrea) es músico, docente, profesor de música, pianista, cantante profesional y productor. Actualmente Consejero Escolar. Integra la banda Buenas Noches Viena.

 

Nestor Correa
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